viernes, 1 de marzo de 2013

El ayuno es a la vida lo que el cero es a las matemáticas

Cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha... Cuando ores, entra en la habitación más secreta y, cuando la puerta esté cerrada, ora en secreto. Cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lávate la cara... Mateo 6:3, 6, 18

Si orar es nuestra actitud hacia Dios, es decirle que lo amamos sobre todas las cosas, y es también la manifestación más alta de nuestra libertad; si la limosna es nuestra actitud hacia los demás, amándolos como nos amamos a nosotros mismos, siendo esta la única garantía de igualdad y justicia social, ¿para qué sirve el ayuno?

Al igual que la oración y la limosna, el ayuno también es algo más que privarse de alimentos, se refiere a la actitud que tenemos hacia nosotros mismos. Ya hemos descrito los dos valores en los que se basa la vida humana: la libertad en su dimensión individual y la igualdad en su dimensión social.

El ayuno es como el cero al servicio de las matemáticas; fue la invención del cero lo que hizo posible la matemática. Con la numeración romana, en la que este no existe, las matemáticas no serían posibles. De manera análoga, es el ayuno lo que hace posible la igualdad y el amor al prójimo, así como la libertad y el amor a Dios.

Ayuno en sentido amplio - ¿Cómo puedo afirmar en mi vida al otro, ya sea Dios o mi prójimo, si no me niego a mí mismo , (Marcos 8:34), si no ayuno en mi egocentrismo y renuncio al engrandecimiento e hinchazón de mi ego, privándome de tener más? ¿Qué lealtad puedo rendir a Dios si me considero dueño de mí mismo?

¿Cómo puedo servir a Dios y ser libre si sirvo al dinero, (Mateo 6:24) y he entregado mi corazón a las riquezas, al poder y a los placeres? Si no me poseo a mí mismo, ¿cómo puedo entregarme a Dios o a mi prójimo? ¿Cómo puedo amar a mi prójimo y sentirme igual a él si, en lugar de servirle, me sirvo de él?

¿Y cómo puedo compartir lo que es mío, las cosas, el tiempo y las energías si antes no renuncio a ellas? Para usar una expresión muy actual en nuestro país en crisis, el ayuno es recortar el gasto; es recortar los gastos que tengo sobre mí mismo, tiempo, energía y recursos para poder dar y darme a los demás.

El ayuno, o dieta en lenguaje médico, es a la salud del alma lo que el deporte es a la salud del cuerpo. No hacemos una vida de ayuno porque no somos monjes, ni hacemos una vida de deporte porque no somos deportistas; pero la práctica moderada del ayuno mejora la salud del alma tanto como la práctica moderada del deporte mejora la salud del cuerpo.

El ayuno y el deporte, así entendidos, están al servicio de la vida porque nos entrenan para ello, otorgándonos muchos beneficios. El deporte entrena el cuerpo y la mente, dándote más energía y salud; el ayuno, como privarse de alimentos, o la abstinencia, como privarse de ciertos alimentos, entrena el alma en el arte y la capacidad de negarse a sí mismo, la abnegación, el autocontrol y la fuerza de voluntad.

Puesto que, después de respirar, el alimento es la necesidad más indispensable que tenemos, cuesta mucho privarse de él; por esta misma razón, es el mejor entrenamiento para poder ayunar en sentido amplio, es decir, hacer cortes al YO para afirmar el TÚ, que es lo que realmente importa.

El ayuno hace a la persona anímicamente más fuerte y la prepara para mayores sacrificios y abnegaciones. Lo contrario también es cierto; el que carece de autocontrol en el consumo de alimentos y es glotón, difícilmente será una persona que comparta y es muy probable que también sea voluble y glotón.

Esaú perdió a su progenie por un plato de lentejas (Génesis 25:29-34). Que la gula, un pecado que ya nadie confiesa en esta sociedad de consumo, no nos haga perder cuerpo y alma. Como dice la gente, "el glotón cava la tumba con los dientes" y "la avaricia rompe el saco"

P. Jorge Amaro, IMC (Trad. Begoña Peña)




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