El hombre de hoy está fuertemente influenciado por la espiritualidad del "presentismo" proveniente del Lejano Oriente y por la filosofía de vida del consumismo, que apela más a nuestros instintos básicos y menos a nuestra razón, buscando desconectar nuestros actos en el presente, de sus causas en el pasado y de sus consecuencias en el futuro. El objetivo es llevar al hombre a vivir en el pseudo eterno presente de un nirvana consumista.
Cuando, en la última etapa de nuestra vida, vivamos en el verdadero presente eterno, el Cielo, entonces el pasado y el futuro dejarán de ser importantes. Pero hasta entonces, y mientras vivamos limitados por las coordenadas del espacio y el tiempo, el pasado y el futuro tienen una importancia capital porque son interactivos. El pasado aún no pasó y el futuro ya de alguna forma está aquí.
La vida es como una obra de teatro en tres tiempos y en tres actos. Los que viven en el pasado son los muertos vivientes porque el pasado ya no es operativo, no se puede actuar sobre él, está cerrado, ha pasado. "Las aguas pasadas no mueven los molinos".
Quien vive en el presente desintegrado y sin referencia al pasado es un muerto viviente porque, al no tener memoria histórica, es una caña sacudida por el viento y, como no sabe de dónde viene, no sabe quién es, no tiene identidad. Los que viven en el presente desintegrado y sin referencia al futuro, sin un sueño, sin un proyecto, no saben a dónde van y "para los que no saben a dónde van, no hay vientos favorables".
Los que viven solo en el futuro, pierden muchas oportunidades en el presente y olvidan que ese futuro, para ser posible, debe tener un pie en el presente, es decir, hay cosas en el presente que se deben hacer para preparar el proyecto para que se complete en el futuro. Si el futuro es el techo de la casa, el presente son los cimientos y las paredes. Un futuro sin presente es una utopía, una fantasía; es vivir en el limbo en un eterno "stand by".
La vida humana es el resultado de una experiencia equilibrada y armoniosa de los tres tiempos entre los cuales tiene lugar. Vivimos en el presente y solo en el presente, pero, al mirar al pasado, descubrimos quiénes somos y el sentido de nuestra vida y, al proyectarnos hacia el futuro, encontramos la motivación para vivir. El presente es solo una pieza de un rompecabezas que en su totalidad incluye el pasado y el futuro.
- El pasado es la razón, el presente nuestra acción, el futuro nuestra motivación.
- El pasado es tradición, el presente es acción, el futuro es innovación.
- El pasado es lo que fuimos, el presente lo que somos, el futuro lo que seremos.
- El pasado es ser, el presente es existir, el futuro es trascender.
- El pasado es Dios Padre, que nos creó por amor; el presente Dios Hijo, que nos salvó y nos salva dándonos salud aquí y ahora; y el futuro es Dios Espíritu Santo, que nos anima, nos inspira y nos da fuerza en nuestro camino.
- El pasado es la fe, el futuro la esperanza y el presente la caridad.
La fe nos identifica con un pasado
El patrimonio de la humanidad no solo está formado por monumentos históricos, sino por todo lo que la raza humana es y ha hecho a lo largo de los 5 millones de años de su existencia en este planeta. Todo esto está incorporado genéticamente en el ADN de cada niño que viene a este mundo; es algo así como el inconsciente colectivo de Jung; es parte de nosotros y nos define como tal. Todo esto está en el pasado.
"Libris ex libris fiunt", cuando quiero crear algo nuevo en cualquier campo del conocimiento, tengo que investigar lo que ya se ha hecho en esa materia para así añadir el fruto de mi trabajo. Solo Dios tiene la capacidad de crear de la nada.
La fe en un Dios personal, creador de todo y de todos, que se reveló a través de los profetas y luego en su Hijo, que nos envió el Espíritu Santo, tiene ya una historia. Mi adhesión a esta fe me lleva a ser parte de esta historia, me da identidad y un sentido de pertenencia a un pueblo y a una comunidad.
Lo mismo ocurre a nivel individual. Sé lo que soy y de lo que soy capaz mirando hacia atrás y viendo el rendimiento de mis talentos y mis defectos en las diversas circunstancias a las que me ha enfrentado la vida a lo largo de mi historia personal. Es la aprobación de este pasado lo que me da el sentido de autoestima que necesito para relacionarme adecuadamente conmigo mismo, con Dios, con los demás y con mi entorno.
También Dios, que vive en la eternidad, fuera del espacio y del devenir del tiempo, para presentarse a los hombres, se valió de su convivencia con ellos en el pasado, presentándose a Moisés como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob...
La esperanza nos proyecta hacia el futuro
El burro obstinado, como no quería caminar, el joven ató una zanahoria al extremo de una cuerda, la cual colgó de un palo. Luego montó en el burro y colocó la zanahoria dos palmas delante del hocico del burro. Con la esperanza de morder la zanahoria, el burro caminaba hacia allí sin darse cuenta de que la zanahoria también se movía.
La esperanza es fe sobre ruedas; la fe dinámica que nos proyecta hacia el futuro. Todos necesitamos una "zanahoria" sobre la que caminar. El sueño es el motor de la vida. No está en el presente lo que inspira nuestro presente.
Martin Luther King fue uno de los que, proyectado hacia el futuro, hipotecó su vida en la lucha por la igualdad entre blancos y negros; un sueño que sabía que no se haría realidad en su vida. El día antes de su asesinato, inspirándose en Moisés, que después de 40 años caminando por el desierto vio la Tierra Prometida, a la que no entró, desde la cima del Monte Nebo, dijo: “Estoy agradecido a Dios por permitirme ver la Tierra Prometida. Puede que no entre con ustedes, pero estoy seguro de que nosotros, como pueblo, algún día entraremos en ella”.
Solo se puede vivir con sentido en el presente si está impregnado de futuro. Vivir en un presente sin la presencia del futuro es ir a la deriva. Y cuando el presente es doloroso, es la esperanza de un futuro mejor lo que nos ayuda a soportarlo.
La caridad llena nuestro presente
A diferencia del pasado y del futuro, el presente está en nuestras manos; en él y sólo en él somos libres de actuar. El presente es el aquí y ahora de nuestra vida, que debe estar llena de acción, de actos de caridad y de amor. Para el cristiano, vivir es amar y amar es servir, ponerse al servicio de los que más lo necesitan.
Poniendo en proporción lo que hizo la Madre Teresa de Calcuta, y lo mucho que había que hacer frente a tanta pobreza y miseria, un periodista dijo una vez: "Lo que hace la Madre es como una gota de agua en el océano"; a lo que ella respondió muy humildemente: "Sí, pero si no lo hiciera, el océano tendría una gota de agua menos".
Dios no nos pide que revolucionemos el mundo ni que hagamos lo mejor que podamos, solo nos pide lo mejor de nosotros. En la parábola de los talentos, el que ha logrado más no es más alabado que el que ha logrado menos. En la parábola de los obreros de la viña, los que trabajaban todo el día no recibían más que los que trabajaban sólo una hora. En la parábola del sembrador, los que producen el 100% no son más exaltados que los que producen el 60% o los que solo producen el 30%.
Mucho o poco, todo lo que el Señor nos pide es que demos fruto; que nuestra vida sea productiva; que dejemos aquí más de lo que encontramos. Seamos parte de la solución y no parte del problema; es decir, que nuestro vivir y actuar sea una contribución a la solución de los problemas de este mundo y no una contribución a agravarlos.
Tres virtudes, tres Papas
Hay quienes quieren ver una encarnación de las virtudes teologales en la vida de los últimos tres papas de la Iglesia. Juan Pablo II, el que cruzó el umbral del tercer milenio, es el Papa de la Esperanza; Benedicto XVI, que escribió una encíclica sobre la fe, proclamó el año de la fe y toda su vida como teólogo luchó por la racionalidad de la fe, es, en consecuencia, el Papa de la Fe; el Papa Francisco, por el nombre que eligió para sus palabras y gestos, el Papa de la caridad.
Conclusión – Llenemos nuestro presente de caridad, vivamos agradecidos por vuestro pasado, y esperanzados en nuestro futuro.
P. Jorge Amaro, IMC
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