domingo, 1 de marzo de 2015
¿Poseedores o Poseídos?
El clero secular, aunque no hace explícitamente un voto en materia de castidad y de obediencia, está llamado a vivir estas dos virtudes tal como nosotros. La pobreza es el voto que más caracteriza al religioso y sobre el cual el clero regular nada promete.
El religioso vive en comunidad, por lo tanto, la orden puede incluso ser rica, pero el fraile es pobre, pues ni tiene acceso ni uso de esa riqueza ni la usa. Los sacerdotes seculares viven solos, algunos incluso más pobres que los religiosos, pero otros amasan grandes fortunas, causando desavenencias entre los sobrinos que las van a heredar. ¿Será o no por eso que se dice: “¿A quién Dios no le da hijos, el diablo le da sobrinos”?
“Primum vivere deinde philosophari “
Algunos, ocupados en altas filosofías, se olvidan de que tienen que trabajar para conseguir lo necesario para su subsistencia. A estos recuerda San Pablo: "Quien no quiera trabajar, que no coma." (2 Ts 3, 10). Es el trabajo el que genera la riqueza que nos permite mantener las funciones vitales, es decir, estar vivos.
En verdad, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por causa de mí y del Evangelio, la salvará. (Marcos 8, 35). Vivir y estar vivos son una y la misma cosa para los animales, pero no así para los humanos. Es cierto que para vivir es necesario estar vivo, pero el sentido y objetivo de la vida humana no es mantenerse vivo, no es retener la vida; por el contrario, es perder, es dar la vida, es desvivirse, entregarse a una causa, usar todo el tiempo y energías de que se compone nuestra vida por un ideal, un sueño, una ambición. La vida, por lo tanto, no es un valor absoluto, sino relativo; valor absoluto es la razón por la cual yo vivo.
Los bienes materiales, por lo tanto, nada tienen que ver con la vida, sino solo con estar vivos, con mantener las funciones vitales. Quien dedica su vida a amasar riquezas está dedicando su vida a mantener la vida, por lo que puede llegar a tener lo necesario para mantener las funciones vitales de dos o más vidas, pero solo tendrá una, y esa una se gastará estúpidamente sin sentido.
Psicoanálisis del poseer
Cuando leemos cuentos populares que hablan sobre dinero transformado en excrementos y viceversa – según Freud – es solo una referencia de cómo el concepto de “posesión” de dinero o cualquier otro bien se originó en nuestro psiquismo.
En la fase narcisista del desarrollo, los excrementos tienen mucha importancia para el niño por la simple razón de que los excrementos salen de – o se originan en – su propio cuerpo. Esto refleja la alta estima que el niño tiene de sí mismo. La madre refuerza esta "actitud" cuando se preocupa por el niño en los momentos en que este está estreñido y es incapaz de defecar. Cuando finalmente el niño tiene un movimiento intestinal, muestra y exhibe con orgullo sus excrementos a su madre, y esta se pone muy contenta.
Según Freud, cuando pierde sus "altamente valorados" excrementos, el niño siente que ha perdido algo, que este algo le pertenece y debería estar dentro de su cuerpo, pero que ahora está fuera de él; el niño también se da cuenta de que por mucho que quisiera, no puede volver a poner los excrementos dentro de sí. Al no poder hacer que los excrementos vuelvan a su interior, el niño los declara “suyos”, lo que esencial o simbólicamente significa que quiere volver a incorporarlos en sí mismo.
Como dijimos, desde el punto de vista del psicoanálisis, el amor por los bienes materiales está enraizado en la fase narcisista o anal del desarrollo de un niño. En esta fase, el egocentrismo es predominante; el niño aún no ha desarrollado la capacidad de sentir afecto por los demás ni posee aún ninguna capacidad de amor o de odio, pues son realidades que pertenecen a la siguiente fase, la fase genital.
¿Poseedores o poseídos?
Si aumentan vuestras riquezas, no les entreguéis el corazón. Salmo 62, 11
Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón. Lucas 12, 34
Lamentablemente, el joven rico del evangelio de Mateo (19:16-23) decidió quedarse con las riquezas cuando Jesús lo confrontó y le dio a elegir entre riqueza material y riqueza espiritual. Dice el evangelio que se puso triste ante su propia opción; las riquezas pueden dar placer, pero no alegría, y el placer es casi siempre seguido por la tristeza.
El joven rico rehusó seguir al maestro porque ante la perspectiva de perder las riquezas, su falsa seguridad lo paralizó. Seguir al maestro fue lo que lo movió a ir con Jesús; él quería seguir al maestro, pero no podía; y no podía no porque poseyera muchas riquezas, sino porque era poseído por ellas, por lo que no era libre, no se poseía a sí mismo ni era señor de su destino. Lo que le pasó al joven rico y les pasa a todos los que dan su corazón a las riquezas es como vender el alma al diablo.
Donde está tu tesoro, allí está tu corazón, advierte el evangelio. Por eso, cuando damos el corazón a las riquezas, vendemos el alma al diablo; a partir de ese momento solo poseemos desde el punto de vista contable, porque desde el punto de vista psicológico y espiritual, somos poseídos.
Si el objeto de amor son los bienes materiales, entonces una extraña simbiosis ocurre entre la persona y los bienes materiales que ama. Se define la simbiosis como una relación de mutuo beneficio y dependencia entre dos seres vivos. Hay un intercambio o compartición entre los dos: los bienes materiales comparten su materia, por lo que la persona que los ama se materializa; la persona comparte su espíritu, por lo que los bienes materiales se espiritualizan. El sujeto que antes decía que poseía, pasa a ser poseído. No es el joven rico quien posee los bienes materiales, son los bienes materiales los que poseen al joven rico.
Porque el dinero es un buen esclavo, pero un mal maestro, aquel que es seducido por la riqueza pierde su libertad. En realidad, es la riqueza la que pasa a "comandar" su vida y no él mismo. Cuando el único objetivo de la vida es poseer, y el poseer solo sirve para mantener las funciones vitales, la persona vive para estar viva, es decir, vegeta.
Conclusión – Cuando en la vida damos prioridad a la acumulación de riquezas materiales, sobre el cultivo de valores humanos, nos volvemos esclavos de nuestras posesiones, perdiendo la libertad y el objetivo de la vida.
Pe. Jorge Amaro IMC (Edit. Begoña Peña)
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