jueves, 1 de octubre de 2015

La Rotunda del Reloj


Como sugiere el artículo anterior, sobre la obediencia, cuando nuestro comportamiento deja de ser reactivo, es decir, una respuesta incontrolable a un estímulo activado fuera de nosotros, para ser proactivo, es decir, planificado y decidido libremente por nuestra razón, cuando nos poseemos y conscientemente estamos al mando de nuestro comportamiento, entonces somos libres, podemos hacer lo que queramos, o, mejor dicho, lo que Dios quiere dé y para nosotros.

Al llegar a este punto, sentimos como si tuviéramos la vida en nuestras manos; nos sentimos llenos de tiempo y energía para dedicar a algo. Cuando hablamos de castidad, llegamos a la conclusión de que la vida estaba de hecho compuesta por tiempo + energía + opción fundamental. También los animales y las plantas, en general todos los seres vivos, están compuestos de tiempo y energía regulados por la naturaleza; sólo los humanos son conscientes de sí mismos y conscientes de un tiempo y una energía que depende de ellos, y no de la naturaleza, regular, usar, dar sentido y ocupación.

Trabajad no tanto por el pan que perece, sino por el que permanece hasta la vida eterna (Juan 6,27) Trabajad no tanto por el pan que perece... pero también – Después de multiplicar los panes, las multitudes, pensando que habían encontrado la gallina de los huevos de oro, fueron a buscar más pan, tal como la Samaritana venía todos los días al pozo en busca de más agua. Jesús les aconsejó que, para ese pan, que nos mantiene vivos, tendrían que trabajar.

“Dios alimenta a las aves del cielo, pero no les va a tirar la comida al nido”, ellas tienen que salir y recolectar esa comida que Dios les proporciona en la naturaleza. Quien no quiere trabajar que no coma, dice San Pablo. El pan que sostiene nuestra vida física debe salir de nuestro sudor y esfuerzo.

Al igual que la vida de otros seres vivos, nuestra vida no puede reducirse al círculo vicioso de trabajar para comer y comer para trabajar, o pan y circo como decían los romanos, pan y diversión. Estar vivos y vivir no son lo mismo; no vivimos para estar vivos, sino que estamos vivos para vivir.

Sobre este telón de fondo, qué triste y sin sentido es la vida de aquellos que gastan su tiempo y sus energías buscando medios de vida, es decir, gastan la vida preservando la vida, manteniéndose vivos como si de esa manera pudieran mantenerla para siempre. '¡Necio! Esta misma noche, reclamarán tu vida; ¿y lo que acumulaste, para quién será?' (Lucas 12, 20)

De ahí la advertencia de Jesús de trabajar no tanto por el pan que perece, sino guardar algo de tiempo y energías para trabajar por el pan que permanece para la vida eterna; y más que algo de tiempo, el evangelio sugiere que esta sea la actividad principal de nuestra vida:

No os preocupéis, diciendo: '¿Qué comeremos, ¿qué beberemos o qué vestiremos?' Los paganos, esos sí, se afanan con tales cosas; sin embargo, vuestro Padre celestial bien sabe que tenéis necesidad de todo esto. Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura. Mateo 6, 31-33

Jesús es pan, nosotros somos pan
El discurso de Jesús sobre la eucaristía termina con la declaración de que él es el pan y, por tanto, quien coma de su carne y beba de su sangre es quien tiene vida eterna; algo que los judíos, y muchos de los discípulos de Jesús, no pudieron soportar porque les sonaba a canibalismo y vampirismo; por esta razón abandonaron al maestro quedando solo Pedro, quien hablando en nombre de los demás, reconoció que esas palabras de Jesús eran palabras de vida eterna, es decir, palabras que conducían a la vida eterna.

La naturaleza del pan que permanece para la vida eterna, que alimenta y hace posible la vida eterna, es diferente a la del pan que alimenta esta vida y que perece. Al igual que el agua que Jesús promete a la Samaritana, este pan también brota desde dentro.

Por otro lado, Jesús que es camino, verdad y vida, es la persona a la que debemos imitar para estar en la verdad y tener una vida auténtica, en el único camino que lleva al Padre y a la vida eterna. Por eso, tal como Jesús fue pan, también nosotros estamos llamados a ser pan. Somos tiempo y energía que alimenta y da vida a un valor o una causa humana, a una opción fundamental. Y tal como Cristo, también nosotros estamos llamados a "poner toda la carne en el asador", como se dice en España.

La opción fundamental como compromiso
La opción fundamental es una decisión que se toma sobre el conjunto de nuestra vida, es el objetivo, la meta de nuestro vivir, que da sentido, color y sabor a todos y cada uno de los días de nuestra vida. Es la llama que se mantiene con el combustible de nuestra vida, energía y tiempo.

Es el punto de apoyo de la palanca que levanta el mundo, en el principio de Arquímedes. Es la motivación, la inspiración que reúne todos nuestros recursos y los pone al servicio de una meta, de un objetivo elegido por nosotros.

La vida está hecha de muchas opciones y decisiones; son ellas las que dan color, sabor, aroma y sentido a nuestra vida. Estas pequeñas opciones generalmente se refieren a uno o más aspectos de nuestra vida; pueden afectarnos mucho o poco, pero no llegan a afectar el conjunto de nuestra vida.

La opción fundamental es la decisión de las decisiones, la opción maestra, la madre de todas las opciones porque se refiere a toda la vida presente y futura; en la mayoría de los casos es irreversible; es la razón de nuestro vivir, es la causa que vamos a alimentar con nuestro tiempo y energía; es la boca para la cual nosotros somos el pan.

La causa, u opción fundamental, que Nelson Mandela alimentó con su vida fue el fin del apartheid en Sudáfrica; para Beethoven fue la música; para Picasso la pintura; para Gandhi la independencia de India de forma no violenta; para unos padres son los hijos; para los profesores son los alumnos; para los médicos son los enfermos… Más que una profesión, la vida es una misión.

No hay vida sin compromiso
Viven como si nunca fueran a morir... y mueren como si nunca hubieran vivido. Dalai Lama

Cuando llega el momento de elegir nuestra opción fundamental estamos en la encrucijada de nuestra vida, o como es más común pensar al menos en Europa, estamos en la rotonda de nuestra vida. No podemos estar ahí para siempre, ni por más tiempo del que es adecuado. Frecuentemente, cuando permanecemos demasiado tiempo indecisos, la vida acaba decidiendo por nosotros, o el gobierno, como sucede en algunos países respecto a las uniones de hecho de los jóvenes; después de un tiempo, el estado los considera casados. En Lisboa existe una rotonda llamada “rotonda del reloj”; mientras permanecemos indecisos, el tiempo pasa y algunas oportunidades no aparecen una segunda vez en la vida...

"I want to keep all my options open"– Solía escuchar de los jóvenes en Estados Unidos y Canadá. Durante la infancia y la primera juventud, de hecho, todo está abierto. Mantener todas las opciones abiertas sería como ser una estatua en el centro de una intersección, o dar vueltas en una rotonda como un burro en una noria. Sería estar vivo sin vivir y morir sin haber vivido nunca.

Para quien no sabe hacia dónde ir, no hay vientos favorables – “You can't have your cake and eat it too”; “No se puede tener el sol en la era y la lluvia en el prado”. En una intersección, o en una rotonda, elegir un camino, decir sí a un camino, significa decir no a todos los demás. No se puede contemporizar; la vida acaba penalizando fuertemente a quienes pretenden vivir más de una vida; frecuentemente quien todo lo quiere, todo lo pierde...

Casarse con una mujer significa decir no a todas las demás; ordenarse sacerdote significa decir no al matrimonio. Emigrar a un país significa dejar el propio país. Todos hemos estado, o estaremos, algún día en la encrucijada o en la rotonda de nuestras vidas: el día en que tomamos la vida en nuestras propias manos y decidimos qué hacer con ella.

Por eso mi Padre me ama: porque doy mi vida, (…) Nadie me la quita, soy Yo quien la ofrezco libremente. Juan 10, 17-18

Éramos libres mientras parados en la intersección decidíamos qué camino tomar; somos libres mientras giramos en una rotonda sin elegir un camino; la vida es un don y los dones sólo se viven donándolos. No tenemos opción, de hecho, o damos la vida o nos la quitan, como a aquel que escondió el talento. Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mi causa, la encontrará. (Mateo 16, 25)

Otros valores más altos se levantan, Camões – La libertad absoluta no existe, ni serviría a ningún interés. Somos libres hasta el momento en que sacrificamos voluntariamente esa libertad, en un compromiso con la vida, la sociedad y el mundo. A partir del momento en que sacrificamos nuestra libertad, comenzamos a obedecer a nuestro compromiso. La libertad, como la vida, existe para ser entregada. Una vez que nos donamos ya no nos poseemos, por lo que, vivir es obedecer...

P. Jorge Amaro, IMC


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