sábado, 1 de marzo de 2025

El Nascimiento de Jesus


En el tercer Misterio Gozoso contemplamos el nacimiento de Jesús
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Del Evangelio de San Juan (3:16; 1:14):
"Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. (...) Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y contemplamos su gloria; gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad."

Comentario de San Gregorio Nacianceno:
"El Hijo de Dios se hizo hombre por amor a la humanidad. Quien da su riqueza a los demás se empobrece. Él me pide que le entregue mi naturaleza humana para que Él me dé su naturaleza divina."

Meditación 1
El Dios Creador se encarnó en su creación. Para muchas religiones, parece imposible que Dios pueda encarnarse en un ser humano, de la misma manera que parece imposible que el mar pueda caber en un pequeño charco de agua. Si solo pensamos en la trascendencia de Dios, sí, parece imposible, ilógico, improbable. Sin embargo, para Dios no hay imposibles.

Dios no solo es trascendente, también es inmanente, ya está presente aquí y ahora en el corazón de cada cosa y de cada persona. La expresión "Dios me es más íntimo que yo mismo" se aplica a todo; Dios es el corazón tanto de los seres materiales como de los seres espirituales. Por eso, cuando pensamos en su inmanencia, es más fácil comprender que Él haya asumido una forma humana.

Dios "acampó" entre nosotros, levantó su tienda entre nosotros, como lo hizo en su momento cuando acompañó al pueblo liberado de Egipto durante 40 años en el desierto. Esa tienda, donde Moisés se encontraba con Dios en coloquio en nombre del pueblo de Dios, se llamaba "la tienda del encuentro." Jesús de Nazaret, el Emanuel, "Dios con nosotros", es la nueva Tienda del Encuentro, porque en Él Dios y los hombres se encuentran. A través de Jesús, Dios viene al hombre; a través de Jesús, el hombre va a Dios.

Meditación 2
"Dios se hizo Hombre para que el Hombre se hiciera Dios." – San Ireneo
Al salir de Jericó, una gran multitud seguía a Jesús. Mateo 20:29.

Jericó es, al mismo tiempo, la ciudad más antigua del mundo, con 8.000 años de existencia, y la ciudad situada en el punto más bajo de la Tierra, unos 500 metros por debajo del nivel del mar. En la Biblia, Jericó simboliza el pecado. En la parábola del Buen Samaritano, Jerusalén representa la gracia, mientras que Jericó simboliza el pecado.

El hombre que cayó en manos de los ladrones cayó en desgracia porque descendía de Jerusalén, 800 metros sobre el nivel del mar, hacia Jericó. Viajaba de la gracia al pecado; como dice la gente, "quien se olvida de Dios, carece de todo bien." Para salvar al hombre del pecado, Jesús también desciende a Jericó, pero no se queda allí. Sale de Jericó y una gran multitud lo sigue, subiendo con Él desde el pecado de Jericó hasta la gracia de Jerusalén.

El Hijo de Dios nace en suma pobreza: en circunstancias inesperadas, sin lugar ni comodidad. Ante la pobreza de Dios, María responde con su propia pobreza: ofreciendo lo mejor de sí misma, envolviendo y reconfortando la fragilidad del Niño Dios para que no le falte lo más importante: el Amor.

El Nacimiento de Jesús es una oportunidad para contemplar al Dios Santo que se entrega en la debilidad: es el Dios Pobre que siempre despierta lo mejor de nosotros. ¡Cuánta fragilidad e impotencia hay en nuestras vidas y en las de quienes nos rodean! ¡Cuántas oportunidades tenemos, como María, de ofrecer lo que tenemos y centrarnos en el Amor! ¿Cómo enfrento las dificultades y las debilidades de la vida? ¿Veo en ellas una oportunidad para dar lo mejor de mí?

Oración
Señor Dios,
que enviaste a Tu Hijo para nacer entre nosotros en humildad y pobreza,
haz que, a semejanza de María, podamos ofrecer lo mejor de nosotros mismos,
acogiendo Tu amor en cada situación de nuestra vida.

Ayúdanos a reconocer Tu presencia en la fragilidad y las dificultades,
y a ver en cada desafío una oportunidad para crecer en Tu amor.
Que, como María, sepamos centrarnos en lo esencial,
ofreciendo lo que tenemos con generosidad y sencillez.

Señor, así como Jesús nació en un humilde establo,
haz que nuestro corazón sea una morada digna para Tu Hijo,
llena de paz, amor y esperanza.

Que nunca nos olvidemos de la grandeza de Tu plan,
donde incluso en las circunstancias más inesperadas y difíciles,
Te manifiestas en amor y misericordia.
Que podamos, como la gran multitud que siguió a Jesús,
subir de la oscuridad del pecado a la luz de Tu gracia.

Amén.

P. Jorge Amaro, IMC

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