En el Segundo Misterio Luminoso contemplamos las Bodas de Caná.
Del Evangelio de San Juan (2, 1-5):
Hubo una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. También Jesús y sus discípulos fueron invitados a la boda. Al faltar el vino, la madre de Jesús le dijo: "No tienen vino." Jesús le respondió: "Mujer, ¿qué tiene eso que ver conmigo? Aún no ha llegado mi hora." Su madre dijo a los sirvientes: "Hagan lo que Él les diga."
Comentario de Fausto de Riez, obispo del siglo V:
“En Galilea, por las obras de Cristo, el agua se transforma en vino; la ley desaparece y surge la gracia; la sombra se disipa y aparece la realidad; las cosas materiales se confrontan con las espirituales; la antigua observancia cede lugar al Nuevo Testamento.”
Meditación 1
En las Bodas de Caná, Jesús realiza la primera transubstanciación al cambiar la sustancia del agua en la sustancia del vino, como preludio de la otra transubstanciación en la que cambiará la sustancia del vino en la sustancia de Su Sangre.
El milagro de Caná es una figura y un símbolo de lo que se opera diariamente en nuestros altares. Hay una admirable conexión entre el primer milagro que inicia Su carrera y aquel con el que la termina: la Última Cena.
El vino que en Caná se convierte en el mejor es un símbolo de la Sangre de Cristo en la Eucaristía. En la Última Cena, Jesús toma el vino y lo ofrece como Su Sangre, estableciendo la nueva alianza. El milagro de Caná anticipa este sacrificio y la realidad de la Eucaristía, donde el vino se transforma en la Sangre de Cristo, que nos purifica y redime.
Meditación 2
Aunque Jesús dijo que aún no era Su hora, Su madre no dudó en intervenir sin ser solicitada, en nombre de la pareja que estaba en apuros en su primer día de matrimonio. Ella conoce de antemano nuestras necesidades y está dispuesta a pedirlas de forma sutil pero vigorosa ante Su Hijo: "No tienen vino." A cambio, solo nos pide "Hagan lo que Él les diga."
María se revela en este pasaje como el prototipo de todo creyente: atenta a las necesidades concretas, las presenta a Jesús y anima a quienes la rodean a poner su confianza en Él. Las Bodas de Caná son una oportunidad para contemplar al Dios Santo, que acoge con bondad nuestras oraciones y deseos: es el Dios del “momento oportuno,” que sabe dar a cada uno lo que más necesita.
En Caná de Galilea, María ve una necesidad y busca resolver el problema, impulsando a Jesús a su vida pública, aunque Él aún no había planeado comenzar. Jesús, obediente al Padre Celestial, también obedece a Su Madre, incluso ya siendo adulto. Esta obediencia es importante para nosotros, pues institucionaliza a María, Su Madre, como intercesora de todas las gracias.
Oración
Señor Jesús,
que en las Bodas de Caná transformaste el agua en vino,
revelanos el poder de Tu presencia en nuestras vidas.
Así como Tu primer milagro trajo alegría y esperanza,
que podamos experimentar la transformación que solo Tú puedes operar.
Santísima Madre,
modelo de confianza e intercesión,
enséñanos a mirar con atención las necesidades de los demás
y a presentarlas a Tu Hijo con la misma confianza que tuviste.
Ayúdanos a ser instrumentos de paz y alegría
en la vida de quienes nos rodean.
Señor, haz de nosotros siervos atentos a las necesidades de los demás,
dispuestos a seguir Tu voluntad,
a poner en práctica Tus palabras
y a vivir en comunión con nuestros hermanos.
Que en nuestras vidas
la Eucaristía se convierta en el vino nuevo de Tu gracia,
purificándonos y renovándonos cada día,
para que podamos reflejar Tu luz en el mundo.
Amén.
P. Jorge Amaro, IMC
jueves, 1 de mayo de 2025
Las Bodas de Caná
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