domingo, 1 de junio de 2014

El Diácono Felipe - Santo protector de la mision itinerante


El espíritu le dijo a Felipe: "Ve y ve con ese carro". Felipe se apresuró a oír al etíope leer al profeta Isaías y le preguntó: «¿Entiendes realmente lo que estás leyendo?» Él respondió: "¿Y cómo puedo entender si no tengo quien me guíe?" E invitó a Felipe a que subiera y se sentara con él.
Hechos 8,26-40

Caminando por uno de los caminos más transitados del mundo antiguo, el que conducía a Egipto atreves de Gaza, el diácono Felipe obedece la voz del Espíritu Santo y se acerca a un etíope, quien está buscando comprender las Escrituras al regresar de Jerusalén.

Felipe actúa como un guía espiritual, ayudando al etíope a entender el mensaje de Isaías y, finalmente, bautizándolo. Este encuentro no solo resalta la obediencia de Felipe a la voz del Espíritu, sino también la necesidad de estar en el lugar correcto, en el momento correcto, para ayudar a otros en su búsqueda espiritual.

El etíope fue uno de los que, desilusionado con la laxa moralidad y el culto a muchos dioses del mundo antiguo, buscó el sentido de la vida en la austera moralidad y el Dios único del judaísmo.

A pesar de los avances y cambios a lo largo de los siglos el mundo antiguo y el moderno, en poco se diferencian; la humanidad sigue enfrentando los mismos desafíos espirituales. Así como el etíope buscaba algo más profundo en su vida, hoy en día muchas personas también buscan sentido en medio de la confusión y el vacío que a menudo resultan de perseguir los "dioses falsos" del poder, el dinero, el placer y la belleza física.

Los "Heraldos de hoy", a imitación de Felipe, deben de estar atentos a las oportunidades para compartir la fe, siendo dóciles a la voz oz del Espíritu que le diga a dónde ir, a quién encontrar y qué decir. Acercarse a aquellos que están en busca de respuestas, y estar preparados para guiar a otros hacia una relación más profunda con Dios. La misión no es pasiva; requiere iniciativa y la disposición de salir al encuentro de quienes están en las "encrucijadas" de la vida.

Hemos escogido el diácono Felipe como el santo protector de la misión itinerante, porque él es un ejemplo de cómo los creyentes deben estar dispuestos a escuchar, actuar y guiar a los demás hacia la verdad divina en un mundo que, en muchos aspectos, enfrenta los mismos dilemas espirituales que en tiempos antiguos.

Conclusión
El diácono Felipe nos inspira a ser guías espirituales en un mundo que, como el antiguo, sigue buscando sentido entre dioses falsos, mostrando el camino hacia el único Dios en las encrucijadas de la vida moderna.

P. Jorge Amaro, IMC (trad. Liliana Monterey)





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